En el proceso laboral la relación con otras personas es lo más habitual y esta relación puede conllevar en sí misma un riesgo de violencia, entendida más allá de la mera agresión física, y que debe incluir cualquier conducta intimidatoria, abusiva o acosante.
En muchas ocasiones, la violencia sigue un curso gradual: se empieza hablando y se pasa a actos de más intensidad por lo que la conducta de los trabajadores puede contribuir a que la situación evolucione como
un simple incidente o como una agresión.

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